lunes, 4 de febrero de 2019

La vuelta al color

Siento que en cada lugar que visité, fue plantada una semilla que más tarde nacería en la Tierra de una forma u otra. Brasil sembró en mi el amor por una Naturaleza nueva, mucho más exuberante, abundante, llena de flores, árboles frutales, cascadas rugiendo con toda su fuerza, animales raros, colibrís y macacos comiendo de mi mano, libélulas doradas y luciérnagas luminosas... Ver con tus ojos lo nunca visto es un bendito regalo de la Vida, es una boca abierta a cada paso... es el éxtasis del color desbordado. Tras mi paso por Brasil, donde culminé un periodo muy pleno espiritualmente, regresé a mi isla bonita dispuesta a vivir todos los regalos que la vida me trajera sin miedo. La austeridad quedó a un lado, la vida se arremolinaba en cada esquina, mis cabellos crecían a su aire y se enredaban con todas las cosas... quería vivir todos ese amor, las playas, los amaneceres y los atardeceres. Toda esa música y el vibrante color amarillo que entró en mi paleta. Y así llegó la pasión que como las cachoeiras brasileñas te colma, te estalla, te entra sin remedio entre los órganos y los huesos. 
Estos dibujos concebidos en las Raíces de Sudamérica, nacieron en Enero de 2016 tras nueve meses en mis entrañas, Gran parte de esos nueve meses transcurrieron en la Formentera más bonita, loca y soleada, Caminando playas...
Los últimos recorrieron los bosques del sureste de Ibiza, con la diosa Tanit asomando a cada recodo del camino. También las llanuras y las costas de Marruecos, los cantos bereberes y los besos viejos que suenan como un canto antiguo que vuela desde las mezquitas. Amé todos esos lugares y esas vivencias y creo, en lo profundo de mi ser, que por eso nacieron unas hijas tan Bellas y hermosas. Chamanas, solares o lunares, ante todo VIVAS. Sus miradas me sorprenden cada vez que vuelvo a posar mis ojos en los suyos. Siempre nuevas, siempre hablándome.










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