Cuaderno de bitácora, Ibiza, marzo-octubre 2014
La vida, en ocasiones, parece trazada
por la pluma de algún genio. Cada episodio se enlaza con el siguiente de forma
que te sientes crecer y crecer asombrosa mente. Así me sentí a la vuelta de
India, colmada de vivencias, de amor, llenos mis ojos de un mundo nuevo, ahuyentados ya viejos miedos.
En ese precioso instante, mis pasos me llevaron
hasta la que yo llamo la finca mágica, una finca ecológica en la isla de Ibiza,
donde cada año, decenas de personas de alrededor del mundo acuden para vivir
una experiencia diferente, en contacto con la naturaleza. Trabajar la tierra a
cambio de alojamiento y alimentarse de los frutos del propio trabajo… Allí realicé todo tipo de tareas; colaboré
en la restauración de los viejos establos que se transformaron en coquetas mini
viviendas, trabajé la tierra, cociné para mis compañeros ricas comidas
inspiradas en mi reciente viaje, canté y bailé con mis nuevos amigos músicos,
contemplamos las lunas, conversamos a la luz de las velas, nadamos en el
viejo estanque donde las libélulas vuelan, colaboré en la creación de las
nuevas salas para una maravillosa escuela de energía e intuición donde (os lo
juro, lo he visto con mis ojos) te leen el alma... amé y me sentí tan amada! Creo
que la mejor descripción podría ser que sentí por fin que pertenecía a algún lugar,
a una manada, a mi tribu. De allí surgieron dibujos que siento que contienen de
algún modo esa magia… Allí cree una cueva donde sentirme a salvo...allí
nació por primera vez la idea de “las casas del corazón". Allí fui muy feliz. Creo
que ya nunca he dejado de serlo, pues aprendí que la felicidad no es algo que se agradece,
si no que agradeciendo lo que tenemos en cada momento, somos felices.
Esta fue, es y siempre será la canción de la manada... os Amo, dondequiera que estéis.
Esta fue, es y siempre será la canción de la manada... os Amo, dondequiera que estéis.
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